17 Agosto

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São Paulo, 17 de agosto de 2011

Queridas hermanas:

En la Celebración Eucarística de esta mañana hemos hecho memoria de San Alberto Hurtado, jesuita chileno, muerto en 1952 y canonizado por Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005. Sor M. Hortensia Lizama, de la delegación chilena, nos ha introducido en el conocimiento de este extraordinario testigo, un místico-apóstol, que nos ha querido en Chile y nos ha acompañado siempre con su aliento, su oración y la estima de nuestro apostolado; ha sido él quien nos ha confiado las librerías de Valparaíso y Santiago. De extraordinaria intensidad el texto que el paulino chileno padre Mario, quien celebró la Eucaristía, nos leyó en el momento de la homilía: «… ¡Oh bendita vida activa, toda consagrada a mi Dios, toda entregada a los hombres y cuyo exceso mismo me conduce para encontrarme y dirigirme hacia Dios! Él es la sola salida posible. Es mi preocupación, mi único refugio…».

Estamos seguras que el Señor ha dispuesto cada cosa, también ésta, para que nos sintiéramos confirmadas en lo que en estos días muchas hemos repetido: la necesidad de radicarnos en Cristo para derramar sobre los otros, con el testimonio de la vida y de las obras de apostolado, la sobreabundancia de su amor. Para nosotras, se trata de realizar cuanto Don Alberione sentía profundamente: «El apostolado es la flor de una verdadera caridad hacia Dios y las almas; es el fruto de intensa vida interior. Supone un corazón encendido, que no puede contener y comprimir el fuego interno…».

Y con este «fuego» en el corazón nos hemos dedicado, siempre en la mañana, a «encuentros operativos diferenciados»: con las superioras de circunscripción, las ecónomas, las hermanas encargadas de la producción y de la difusión. También hubo quienes han trabajado para extender el Esbozo del Proyecto apostólico global/continental, que recoge el comprometido y entusiasmante trabajo de estos días.

Por la tarde hemos tomado visión de dicho Esbozo y examinado todavía algún detalle. Luego, circunscripción por circunscripción nos hemos encontrado para compartir cómo transmitir a las hermanas los contenidos del Encuentro, animarlas e implicarlas en la concretización del Proyecto.

Pensamos que «merecemos» una pausa de distensión. De hecho, esta noche iremos a cenar fuera. Será una cena sencilla, pero naturalmente brasileña, plena de corazón, de colores y, por supuesto, de platos típicos.

Sor Anna Caiazza

 


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