25 de mayo 2012

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Una invitación a escuchar, con la humildad de los peregrinos, es el pedido dirigido por el P. Francesco Pierli, durante la homilía, en la Celebración eucarística de esta mañana. Todos somos peregrinos en este “continente de la esperanza” que estalla de vitalidad y requiere novedad creativa en la presencia y en la propuesta. Escuchar, entonces, es una obligación: ningún discernimiento es posible si uno no se pone en escucha del Espíritu, que habita desde milenios en esta tierra sagrada, para captar su presencia y sus inspiraciones.

El P. Pierli ha estado con nosotras durante toda la mañana y ha iluminado con sabiduría y profundo conocimiento las reflexiones hechas ayer sobre las respuestas de la Iglesia a las necesidades de África. El P. Pierli, comboniano italiano, llegó a África en 1971. Con Laurea en Teología dogmática, ha sido el primer formador en el Seminario comboniano de Uganda. Ha regresado a Europa al ser nombrado  superior general. Regresó a África, ha enseñado en Nairobi y ha iniciado el Instituto de Social Ministry, que actualmente dirige. Es amigo y colaborador de las Paulinas.

Siguiendo los esquemas elaborados, a la luz de las dos exhortaciones apostólicas post-sinodales, Ecclesia in Africa (1995) y Africae munus (2011), el P. Pierli nos ha propuesto una reflexión sobre la subjetividad africana al inicio del tercer milenio, una subjetividad que el continente ha comenzado a expresar a partir de 1989. Con la caída del Muro de Berlín se derrumba también el “mundo bipolar” que se orientaba a Washington y a Moscú, y los pueblos africanos entran en una fase de progresiva autodeterminación, eligiendo a sus  leaders. Este proceso está iniciando ahora en el mundo árabe.

En la opinión de nuestro experto, es particularmente sugestivo el discurso que Africae munus hace a propósito de los ministerios, o ámbitos de apostolado, a través de los cuales la subjetividad africana puede claramente emerger y contagiar a los otros continentes: reconciliación, justicia, paz, integridad de lo creado, educación, salud, comunicación social. Sus palabras han confirmado algunas prioridades que hemos vislumbrado: “invadir” África con la Palabra de Dios; acoger el desafío de la formación, sobre todo cívica y de los valores; ayudar a vivir el pluralismo en el diálogo y en espíritu de solidaridad; poner los media al servicio de la difusión del Evangelio y sobre todo, hoy, de la formación a la reconciliación, a la justicia y a la paz

Las sugerencias para nuestro trabajo son realmente muchas. La superiora general, al agradecer al P. Pierli por el valioso aporte a nuestra investigación, ha hecho eco a cuanto ha sugerido él, sintetizando en tres pistas las urgencias de nuestra misión en África-Madagascar: rever nuestras librerías para que sean cada vez más centros de luz, diálogo y encuentro; comprometernos por la Biblia, uniendo al meritorio compromiso por la producción y la difusión y el de la animación, para que el pueblo aprenda a alimentarse de la Palabra de Dios; acompañar a las jóvenes profesas para que cultiven una espiritualidad sólida y una personalidad humana madura y lleguen a ser “protagonistas” de la transformación social del continente.

Todo esto nos ha ayudado a rever los esquemas elaborados ayer y a individuar la que consideramos sea la respuesta más urgente que la Iglesia está llamada a dar a las necesidades de África, para ayudarla con lo específico de nuestro apostolado. A grandes pasos nos acercamos hacia la formulación del objetivo continental.

Mañana nos concedemos una jornada de pausa. También la información queda suspendida. Hasta el domingo, solemne fiesta de Pentecostés.


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